En primera persona, y como si se tratase de la figura del propio pintor, Valentín Berradre leyó las notas que sobre la vida de Rinat Animaev aparecen en el catálogo.
RINAT ANIMAYEV
"El azar me hizo
nacer en la familia de un artista pintor en la que fui el séptimo hijo. En el
seno de esta familia numerosa la vida fue muy interesante. Aunque parezca raro
conservo recuerdos entrañables de cuando era niño, incluso antes de andar.
Mi padre, soñaba
con ser un creador independiente, aunque su obligación era asumir un trabajo de
decorador para asegurar el sustento de la familia.
En casa, había
paredes encaladas donde colgaba montones de cuadros, cuyos marcos dorados
estaban también hechos por él mismo. Preparaba también los colores de las pinturas
según sus propias fórmulas, mezclando pigmentos con aceite de algodón.
Se podría decir
que él era un creador original y un experto en pinturas.
La familia de Rinat era una familia muy pobre.
Eran emigrantes tártaros venidos de la región de Tatarstan hasta Tajikistan
(3.500 kms.). Hay que imaginar a un niño de cinco años viviendo en una casa que
parecía un museo, llena de cuadros por las paredes.
Y me contaba Rinat: “Iba a casa con mis amigos y
me decían: Vosotros sois ricos!, y era verdad, ¡éramos ricos en arte!”.
Yo poseo todavía
un magnífico bodegón de mi padre fechado en 1949: un trozo de pan negro y dos
tomates. Le gustaba mucho pintar paisajes y yo recuerdo que en mi tierna
infancia me fascinaba uno en especial, sobretodo, su profundidad, se trataba de
un paisaje estival en los alrededores del Kazan, un lejano cielo con nubes,
bosques impenetrables que me producían temor y en primer término, un arroyo
entre piedras que me daba seguridad y me acercaba a la realidad.
No tenía más de
cinco años y recuerdo todavía los consejos que mi padre daba a mi hermana sobre
la manera de coger un lápiz. Cómo había que hacerlo para hacer trazos
verticales, horizontales o diagonales. Me resultó emocionante después oir en
boca de mis profesores moscovitas los mismos consejos.
Una primera
tragedia rompió esta infancia dichosa: la muerte repentina de mi padre cuando
yo tenía 10 años. Algo después, un verano,
mi madre me condujo a la Escuela de Artes Plásticas. Todo me parecía
impresionante y apasionante, y los olores… recordaba y sigo manteniendo los
olores del taller de mi padre, la trementina, el óleo, los disolventes…
Viví mis primeros
años en Tayikistan y estudié en la Escuela Tadjik totalmente diferente a la
Escuela Rusa donde acabé mis estudios.
En Dushanbé, el
sol es brillante y las personas visten con colores vistosos. Esto es un buen
resumen del clima y colorido local.
Después, he
acabado mis estudios en Moscú en el Instituto Surikov y allí la percepción de
los colores es absolutamente diferente, pues está condicionada por la vida y el
clima, mucho más duro en esta gran ciudad.
He intentado
asimilar lo más posible esta nueva situación para integrarme en la corriente de
la Escuela Rusa y es combinando estas dos influencias, como me he lanzado a la
vez en composiciones de retratos históricos, así como en paisajes y bodegones.
Yo era todavía
estudiante cuando uno de mis retratos fue distinguido en el concurso de mi
instituto. Pienso entonces que una vez dominada la complejidad de un retrato
puedo abordar cualquier género artístico de las artes plásticas.
He retratado a
muchos personajes importantes, como el escritor Alexandre Soljenitsyn o la
actriz Ludmila Gourtchenko.
La calidad de un
retrato está ligada a su capacidad de reflejar las profundidades del alma, a la
vez del modelo y del espacio que lo rodea.
Durante mis
estudios en Moscú, yo me especializo en la pintura en caballete (sobretodo
óleo), pero el campo de mis actividades en las bellas artes, incluso siendo estudiante
siempre ha sido amplio, grafismos, tinta china, plumilla, aguafuerte, acuarela
y escultura.
He tenido la
suerte de tener profesores conocidos D.K. MOCHALSKI, G.G. KOROLOV y V..E.
Artamonov .
En 1984, termino
mis estudios que han durado 16 años.
Existe una
opinión entre los pintores según la cual, la escuela arruina el talento y la
creatividad del pintor. Esto es parcialmente verdad, pero yo tengo la impresión
de que en mi caso ha sido muy importante la orientación y las correcciones que
me han dado estos buenos maestros.
El estudio de las
Artes y la Creatividad es una cadena que no se puede romper ni por las épocas
ni por las fronteras. En Tayikistan, nosotros hablábamos tanto de Miguel Angel
como de Okusai e intentábamos entender los cánones artísticos de los egipcios o
de los griegos.
Hoy yo pinto
todos los días, cuando hace buen tiempo, al aire libre, cuando hace malo en mi
taller. Para mí no es un buen día quedarme entre mis cuatro paredes, es por eso
que sólo me encontrareis en mi casa por la noche, pero tengo la impresión de no
obtener nunca resultados totalmente satisfactorios.
Siento que el
arte es un eterno aprendizaje, pero hoy mis profesores son solamente la vida y
la naturaleza.
Se me pregunta a
menudo ¿por qué dibujo?. No me he planteado nunca esta cuestión. Para mí es como
respirar. No puedo imaginar mi vida sin dibujar. Es una forma de vida y sobre
todo de libertad, pero yo pago muy cara esta libertad porque con ella las
obligaciones no dejan de atraparme y de recordarme que yo he sido quién lo ha
elegido.
Es evidente que
los elementos técnicos deben primar siempre y ser ejecutados sin ningún
defecto, pues el artista es responsable de la calidad y la historia de cada
cuadro. Pero el sentimiento, el alma, el
amor puesto en una pintura, se notan, se palpan, se transmiten…
Un día he visto
en un anticuario parisino un pequeño cuadro de los años 30, sin firma y sin
fecha, que al momento reconocí que había sido pintado con mucho sentimiento. La
pintura había conseguido captar la profundidad de las sombras y trazar una
perspectiva especial, muy personal, aérea...
El sujeto era muy
simple, se trataba de una calle vista en perspectiva. Los que pasaban por la
tienda, curiosamente admiraban este cuadro antes que todos los demás, aunque
probablemente no habían estudiado nunca la teoría de la pintura. Esto prueba
que debe existir en la naturaleza algo que forma el gusto y la sensación de la
gente a nivel de subconsciente.
Actualmente en mi
taller, podéis encontrar esculturas, acuarelas, aguafuertes y pasteles, pero personalmente,
aunque no puedo poner límites al arte, prefiero expresarme con pinturas al
óleo.
La profesión de
artista exige la libertad de creación. Esto no tiene precio. Nosotros los
artistas tenemos la dicha de ver los amaneceres y las puestas de sol más a
menudo que los demás. Nosotros observamos la floración y las abejas
recolectando el pólen, nosotros remarcamos los diferentes cambios de color del
sol, nosotros sorprendemos a las pequeñas gotas de humedad cuando reflejan los
rayos de luz. Penetramos con la mirada en las profundidades y las esencias de
las cosas. Nosotros intentamos, finalmente, reflejarlas y transmitirlas la
mundo".
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